miércoles, 18 de enero de 2017

Entre las nubes


Camino entre la hierba que reverdece en un lunes petricor.
Con los pies descalzos, dejando que la tierra me impregne.
El barro bajo mis pies me transporta entre las nubes.
Es como abrazar un peluche algodonado, suave y redondo.
Se ve todo más claro desde aquí arriba.
Sin la mirada fiera de los encorsetados.
En el jardín reposa el cuerpo sentado de un loco.
Es blanco como las nubes. Sujeto a la vida por una camisa de fuerza.
¡Estúpidos cuerdos que creen que así lo sostienen!
Tiene la mirada perdida. Con los ojos en coma.
Sus ojos se han cruzado con los míos aquí arriba.
Estaban llenos de galaxias infinitas y partituras de guitarra.
Yacían en una playa solitaria con el arrullo del mar cantando al alba.
Con un mundo inefable detrás de su iris incandescente
y miles de universos en sus pestañas.
Fuera los hombres grises siguen con sus vidas grises.
Pasan por su puerta con ademán insidioso.
Corriendo como hormigas. Creyéndose grandes con sus minúsculas antenas.
Con sus carteras bajo el brazo y sus enormes proyectos anudados en la corbata.
Resulta irónico que encerremos a los cuerdos.
Me pregunto quiénes son los locos...

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lunes, 9 de enero de 2017

Anhelos y despedidas




Rápido arrastró la marea arena,
dejándome prendada la hermosura,
en la retina de esta luna llena.
Se terminó la historia con premura,
donde ninguna persona se encadena,
y la imaginación se configura.
Lejano universo donde se estrena,
la letra que compone una quimera,
que olvida un poeta en la alacena.
Corto fue el disfrute, larga la espera,
viaje que desemboca en lo prohibido,
con deseo inconfeso en la guantera.
Anhelo de un latido enardecido,
de una caricia aciaga que no llega,
sin perderse tu rostro oscurecido.
Por mucho que me empeñe en la refriega,
alargando mi voz en sollozo mudo,
la pena no se queda en la bodega.
Aunque hoy empeñada anude el nudo,
mi voluntad tu recuerdo doblega,
dejando roto el corazón desnudo.
Coraza de ego suicidado lega,
mente ausente que piensa en la encerrona,
alma partida en trozos que no pega.
Desesperada su almena desmorona,
llora lágrimas de mar en pedazos,
bandera de derrota que perdona. 
Pues quedan tan solo antiguos retazos,
huellas de dulces besos inmorales,
clavadas en la carne de mis brazos.
Son nuestras noches negras inmortales,
tu suave piel deseo envenenado,
tus ojos de mis gafas los cristales.
Pagando yo con creces mi pecado,
clavados en mi espalda tus puñales,
y sin arrepentirme de lo errado...

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