Quiero ser cómo el agua que
fluye.
No quiero ser estanque, ni aunque
sea de aguas claras, pues el fondo siempre tiene fango escondido.
No quiero nenúfares que adornen
mi imagen. No quiero flores perfectas, blancas e impertérritas que acaricien mi
cara.
No quiero orillas tranquilas. Ser
espejo de árboles y animalillos que en mí sacien su sed.
No quiero noches escuchando los
grillos, aunque su canción sea bella, ya conozco su ritmo.
No quiero envidiar a las
libélulas. No quiero ver cómo giran. No quiero sentir sus huellas. No quiero
bailar con ellas…
No quiero ser agua estancada. No
quiero ver cómo la vida me rodea, cómo pasa en torno a mí sin tocarme. No
quiero ser espectador apacible.
Quiero ser cómo el agua que
fluye.
Quiero ser clara, límpida, correr
libre, a veces por fondos de arena, otros entre piedras.
Quiero ser imparable, inabarcable,
impredecible. Salirme del camino para volver a entrar en él.
Salpicar, sentir que toco con mi
esencia la vida que me rodea.
Quiero correr tras los pájaros
que sé que nunca alcanzaré y deleitarme en las caricias de sus plumas cuando se
bañen en mis aguas.
Quiero ser fría a veces, otras
cálida. Que el invierno me coja desnuda y me congele. Que la primavera me
altere.
Que mi arrullo suene a risa.
No quiero encontrar un arroyo seco al despertar por la mañana. Quiero ser agua dulce, para acabar siendo agua
salada.
Quiero ser cómo el agua que fluye.
Todos los derechos reservados. Los textos son propiedad exclusiva del autor