Aparentemente era un hombre como
cualquiera. No era guapo, ni siquiera bien parecido, como mucho atractivo, en
cualquier caso peculiar. No era alto y tampoco tenía un
cuerpo escultural. Físicamente era bastante normal, de esos que salen perdiendo
en las comparaciones...
Se movía con paso firme y con tanta seguridad que no pasaba desapercibido. Era fresco, inquieto, su mirada contenía universos infinitos y tenía
un labio juguetón que invitaba a besar.
Hacía gala de un discurso
descarado, era un sinvergüenza no desvergonzado, un vividor en el buen sentido
de la palabra.
Conquistaba por su sonrisa. Era encantador, divertido, tenía un sentido del humor ácido y contagiaba su energía. Podía ser dulce y atento, pero también frío y distante.
Para él la vida era un juego,
pero a la vez valoraba la vida como lo más importante. Era un perfeccionista en su trabajo, pero tenía claro que trabajaba para vivir y no al contrario. A ella le gustaba su
forma de ver el mundo, admiraba su coherencia a la hora de dirigir su vida.
Conocía pocas personas capaces de vivir según sus convicciones y él era una de
ellas.
Podía hacerte tocar el cielo con un
abrazo y al momento siguiente llevarte al infierno con sus palabras.
Era un hombre de esos que duelen.
De palabras ásperas, de verdades sin maquillar, de los que saben dar en el
centro de la herida. No era cruel, tampoco un déspota, solamente era sincero.
Él llegaba a tu vida con una maleta cargada
de sueños, invadía tu espacio, te desordenaba por dentro y cuando había
conseguido que perdieras el control se esfumaba sin más. Te dejaba anhelando:
un momento, una palabra, un abrazo, una mirada...Entendías lo grande que era
cuando ya se había marchado y quedabas ahí, con la casa en ruinas y el alma inflamada
delirando.
No lo hacía por maldad. Ante todo
era una buena persona. Simplemente trataba de encontrar un motivo para seguir
adelante. La buscaba a ELLA, en todas y
cada una. Se engañaba fingiendo un amor de cartón piedra que lo ilusionara por
un momento para comprender después que era efímero e infructífero. Trataba de llenar el
vacío de su huella.
Sin duda era intenso, luminoso,
un hombre de los que dejan sabor al pensarlo. Por cada diez defectos tenía una
virtud, pero ésta pesaba tanto que justificaba quererlo.
Era inteligente, mucho más de lo
que aparentaba, era capaz de conversar acerca de cualquier cosa. Tenía mente ágil
y lengua rápida. No dejaba de
sorprender con su capacidad de análisis, su perspectiva siempre personal. No
se dejaba influenciar, tenía su punto de vista acerca de cada cosa y lo defendía con argumentos bien definidos.
Ella le dejaba hablar. Le gustaba
escucharlo... Podría haberse pasado la vida entera a su lado solamente escuchando
su voz mientras hablaba... Aun cuando en ocasiones no estaba de acuerdo con su
discurso no podía evitar sonreír y quedarse atrapada en sus palabras. Lo admiraba.
Aun anhelaba hablar con él.
Le encantaba escucharlo divagar... era soñar
despierta. Le gustaba su curiosidad. Por
momentos, al estar a su lado, era como si el mundo entero desapareciera. Era un
hombre de esos que se salen del molde, fuera de lo convencional, casi como un marciano.
Se veía reflejada en él como en un espejo: él era lo que a
ella le hubiera gustado ser. Era capaz de comprender y compartir cada uno de
sus anhelos. Cuando él la miraba era capaz de verla, veía debajo de su piel, de
sus huesos, en lo más profundo. Nunca nadie la había hecho sentir tan
pequeña...tan desnuda...Nadie había conseguido desesperarla como él...
Era un inconformista, un soñador,
un romántico aferrado a una utopía. Luz en la oscuridad y oscuridad en la luz.
Ahora, desde la distancia, comprendía
que aquella huella no era de su talla. Era demasiado grande...o quizás
demasiado pequeña... No lo sabía, pero ya no le importaba.
Había comprendido que uno no
decide a quien le entrega el alma, es el alma quien elige a quien le
pertenece...
Ya nunca más serían viento, ni
mar, ni universo, ni siquiera amigos... Solo dos extraños que se miran de lejos e
intercambian un saludo indiferente. Pero para ella siempre sería un hombre
extraordinario, una persona increíble y un ser único.
A pesar de saber que solo habia sido una más de tantas otras, en el fondo de su alma ella sabía que siempre sería ÉL. Porque él era especial.