miércoles, 30 de marzo de 2016

Entre tu boca y la mía


Entre tu boca y la mía hay un espacio infinito, un universo de miradas furtivas
Hay un frasco vacío lleno de suspiros, un anhelo envenenado de indiferencia fingida
Hay universos de excusas, un lienzo pintado de blanco que se viste de risa…


Entre tu boca y la mía hay notas discordantes, bailando orgullosas como si fueran festivas 
Hay un beso a destiempo con sabor a ceniza, un grito ahogado en un alma perdida
Hay una palabra silenciosa, una sonrisa que fluye espontánea y se viste de prisa…

Entre tu boca y la mía hay un prohibido asumido,  un mar desdibujado de frases asertivas
Hay un deseo inconfesable hecho aire, un abrazo disfrazando una caricia reprimida
Hay redes tejidas de sueños y una poesía que no rima y que se convierte en brisa…

Todo tiene cabida, todo menos un beso convertido en verso, entre tu boca y la mía…



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lunes, 28 de marzo de 2016

Él


Aparentemente era un hombre como cualquiera. No era guapo, ni siquiera bien parecido, como mucho atractivo, en cualquier caso peculiar. No era alto y tampoco tenía un cuerpo escultural. Físicamente era bastante normal, de esos que salen perdiendo en las comparaciones...
Se movía con paso firme y con tanta seguridad que no pasaba desapercibido. Era fresco, inquieto, su mirada contenía universos infinitos y tenía un labio juguetón que invitaba a besar.
Hacía gala de un discurso descarado, era un sinvergüenza no desvergonzado, un vividor en el buen sentido de la palabra.

Conquistaba por su sonrisa. Era encantador, divertido, tenía un sentido del humor ácido y contagiaba su energía. Podía ser dulce y atento, pero también frío y distante.
Para él la vida era un juego, pero a la vez valoraba la vida como lo más importante. Era un perfeccionista en su trabajo, pero tenía claro que trabajaba para vivir y no al contrario.  A ella le gustaba su forma de ver el mundo, admiraba su coherencia a la hora de dirigir su vida. Conocía pocas personas capaces de vivir según sus convicciones y él era una de ellas.
Podía hacerte tocar el cielo con un abrazo y al momento siguiente llevarte al infierno con sus palabras.
Era un hombre de esos que duelen. De palabras ásperas, de verdades sin maquillar, de los que saben dar en el centro de la herida. No era cruel, tampoco un déspota, solamente era sincero. 
Él llegaba a tu vida con una maleta cargada de sueños, invadía tu espacio, te desordenaba por dentro y cuando había conseguido que perdieras el control se esfumaba sin más. Te dejaba anhelando: un momento, una palabra, un abrazo, una mirada...Entendías lo grande que era cuando ya se había marchado y quedabas ahí, con la casa en ruinas y el alma inflamada delirando.
No lo hacía por maldad. Ante todo era una buena persona. Simplemente trataba de encontrar un motivo para seguir adelante.  La buscaba a ELLA, en todas y cada una. Se engañaba fingiendo un amor de cartón piedra que lo ilusionara por un momento para comprender después que era efímero e infructífero. Trataba de llenar el vacío de su huella.
Sin duda era intenso, luminoso, un hombre de los que dejan sabor al pensarlo. Por cada diez defectos tenía una virtud, pero ésta pesaba tanto que justificaba quererlo.
Era inteligente, mucho más de lo que aparentaba, era capaz de conversar acerca de cualquier cosa. Tenía mente ágil y lengua rápida.  No dejaba de sorprender con su capacidad de análisis, su perspectiva siempre personal. No se dejaba influenciar, tenía su punto de vista acerca de cada cosa y lo defendía con argumentos bien definidos.
Ella le dejaba hablar. Le gustaba escucharlo... Podría haberse pasado la vida entera a su lado solamente escuchando su voz mientras hablaba... Aun cuando en ocasiones no estaba de acuerdo con su discurso no podía evitar sonreír y quedarse atrapada en sus palabras. Lo admiraba. Aun anhelaba hablar con él. 
Le encantaba escucharlo divagar... era soñar despierta. Le gustaba su curiosidad. Por momentos, al estar a su lado, era como si el mundo entero desapareciera. Era un hombre de esos que se salen del molde, fuera de lo convencional,  casi como un marciano.
Se veía reflejada en él como en un espejo: él era lo que a ella le hubiera gustado ser. Era capaz de comprender y compartir cada uno de sus anhelos. Cuando él la miraba era capaz de verla, veía debajo de su piel, de sus huesos, en lo más profundo. Nunca nadie la había hecho sentir tan pequeña...tan desnuda...Nadie había conseguido desesperarla como él...
Era un inconformista, un soñador, un romántico aferrado a una utopía. Luz en la oscuridad y oscuridad en la luz.
Ahora, desde la distancia, comprendía que aquella huella no era de su talla. Era demasiado grande...o quizás demasiado pequeña... No lo sabía, pero ya no le importaba.
Había comprendido que uno no decide a quien le entrega el alma, es el alma quien elige a quien le pertenece...
Ya nunca más serían viento, ni mar, ni universo, ni siquiera amigos... Solo dos extraños que se miran de lejos e intercambian un saludo indiferente. Pero para ella siempre sería un hombre extraordinario, una persona increíble y un ser único.
A pesar de saber que solo habia sido una más de tantas otras, en el fondo de su alma ella sabía que siempre sería ÉL. Porque él era especial.